Los girasoles de Van Gogh (1993/1994)

Al oído de una muchacha

Óyeme muchacha
qué haces ahí parada
con tu cuerpo podrías
tener el mundo en tus manos
qué haces ahí pastoreando
la soledad o el tedio
búscate a un hombre
y comienza a ser feliz
que te lleve de la mano
por la ternura y la vida
sonríele al mundo como
te sonríe el amor cuando
abres los muslos a un hombre
que te hace tocar el cielo.


El poeta sueña

Esa mañana vi mi cadáver
sobre la hierba.
Había muerto en extrañas circunstancias.
La policía investigaba el crimen
lo supe por los periódicos
con huellas y testigos en el lugar donde
había estado por última vez
que era también el lugar del crimen.
Leí obituarios que invitaban a mi sepelio.
En la noche pude sentir el olor de las rosas
que rodeaban mis despojos mortales
en un hermoso ataúd de madera oriental.
Oí los sollozos de una mujer vestida de negro
pude verificar que se trataba de mi mujer.
Alguien leyó un poema a mi memoria
cuando el ataúd descendía en una fosa
sobre la hierba y una niña vestida
de blanco arrojó una rosa azul.
De pie, sobre la lápida, vi mi nombre
y dos fechas que me hicieron despertar.
En la mesa de noche encontré
a la mañana siguiente un telegrama
dirigido a mi mujer por un hombre
que se condolía de mi absurda muerte.


Cuando seamos grandes

Es la niña más linda del colegio.
Se ríe dulce. Tiene los ojos negros.
Si te mira parece que te acaricia con la boca.
Se llama Paola. Tiene ocho años.
Son los ocho años más lindos que puede
tener una niña. Un mediodía la espero
a la salida del colegio. Cuando la vi le dije que
le llevaba el morralito con sus libros y cuadernos.
Dijo que bueno. La acompañé hasta su casa
que no era lejos. En la esquina de la cuadra
del colegio. En mi cuaderno tengo su nombre
que me escribió con lápiz rojo y cuando lo miro
me acuerdo de Paola. La niña del colegio
que será mi novia cuando seamos grandes.


Bocagrande

En el centro de su
vientre un hermoso
ombligo redondo
y profundo como una Venus
una muchacha en las playas
de Bocagrande con una
blanca camiseta mojada
que descubre los rosados
pezones de sus senos.


Acuario

Un barco navega dentro
de una botella
por un mar de medusas
y algas y arrecifes.
Los peces de colores aletean
sobre piedritas blancas
junto a una burbuja de agua
que oxigena en el fondo de una
botella verde de champaña.
La vela blanca ondea
al viento de la tarde
con el oleaje del mar pacífico.
Una gaviota vuela
sobre el rojo horizonte.
Tus ojos la miran posarse
en tu mano cuando la hundes
en el agua del acuario.


Epigrama

En esta tumba junto a esas rosas
bajo esta lluvia yace la hierba
que crece entre sus dos fechas.
Alguien arroja una rosa blanca como
una moneda en el pozo de los deseos.


Epigrama

La poesía de taller
son como los niños de probeta
como el amor
es más hermoso a la antigua.


J.L.B.

Se sueña en antiguos
laberintos que la memoria
bifurca y siente vértigo
frente a los espejos
como lo abruma la fama que
conjetura como un malentendido
y se sueña soñado por otro
que también sueña a Buenos Aires
y escribe a María poemas a la
luna como a una rosa de Blake
que en el mármol donde
yace sueña esta página
como Cavafis soñaba a Itaca.


Epigrama

En el lecho diáfano del río
que nace de la montaña
el rumor de las cascada
bajo los bambúes
los senos blancos en su boca
como la luna en el tejado
y la lengua entre sus muslos
emana su corazón derretido.


Toros

Sueño con una corrida
de toros donde el torero sea
embestido por el toro
y arrastrado por los caballos
en la arena donde una
multitud alza al toro en hombros
y le dan dos orejas del torero
por la gracia y la maestría
de la corrida al toro que besado
por las mujeres y llovido
de flores y ondeados pañuelos
blancos luce hermoso en una
corrida de escarnio público
por los toros que martiriza
ese bárbaro espectáculo romano.


Pozo de los deseos

Al pozo de los deseos
un hombre arroja una moneda
con un secreto deseo
esa suerte de augurio
de antiguas mitologías.
Se cumplirá tu deseo
cuando una mujer te sonría
dijo con sabiduría un viejo
a sus espaldas que vio
al hombre arrojar la moneda
en el pozo de los deseos.
Acaso habré de arrojar
otra moneda con el secreto
deseo que una mujer me sonría
dijo curioso el hombre
para que se cumpla el deseo ?
Una sola moneda cumple
todos los deseos pero
el secreto no está en
la moneda sino en ti mismo
volvió a decir el viejo
mirándolo a los ojos.
Desde entonces el hombre
arroja una moneda en
el pozo con un secreto deseo.


Performance
A Adolfo Cifuentes

El viajero se lleva
a sí mismo
como su propio equipaje
con una maleta
o un costal sobre sus hombros
como un hombre sideral
un arlequín o un saltimbanqui
pisa la hierba, sube las escaleras
y se detiene en una esquina
con oscuras gafas acuáticas
y una corbata pintada
de verde y amarillo con un rojo
sombrero cónico bajo la mirada atónita
de los transeúntes y lee un sacrílego
discurso a los profanos que desea
correr desnudo por el bosque
y públicamente come los pétalos
de la flor amarilla y los espaguetis
verdes con un vino morado
de mandrágoras con la luna
en el fondo de su copa
como un ojo vivo
de res degollada
y da vida a sus extrañas criaturas
que caminan como
trashumantes por la calle.


Mar de los Sargazos

En una tarde como
un conquistador
en un barco pirata
que ondeaba la negra bandera
de la calavera
asistió al descubrimiento
de un mundo nuevo
bajo su vientre
y dio muerte a sus frágiles
sueños de muñecas de trapo
y la llevó por el mar
de los Sargazos raptada
como un tesoro
hallado en tierra firme.


Haiku

Óyela
una gota de
agua
taladra la piedra.


La muchacha que saca la luna del fondo de un pozo de agua

La muchacha que saca
la luna del fondo
de un pozo de agua
con una larga cabellera
que cae como enredadera
sobre su espalda
la blanca manta guajira
y las sandalias que cubren
sus pies desnudos
olorosa a flor de campo
que crece junto a los arroyos
bella muchacha transparente
del páramo con la neblina
que cruza esos parajes
cuando trae la luna
sobre sus hombros como
un cántaro de agua.


Epigrama

En los rojos atardeceres de la
costa atlántica un barco navegaba
por la línea del horizonte con
el sol que se desplomaba en el mar
que rumoroso traía los oleajes
a orillas del tronco desde donde
sentado atardecía mirando los barcos
cruzar por el mar de tus ojos.


La flauta dulce

El viejo hindú hace
sonar la flauta dulce
y despierta la cobra dormida
que se yergue majestuosa
encantada por la música.
Que la poesía te conceda
esa magia cada vez que hagas
sonar el oboe de la palabra.

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Acerca del autor

Acerca del autor

Acerca del autor

Antonio Acevedo Linares (El Centro, Barrancabermeja, 1957) Poeta y Sociólogo. Magíster en Filosofía Latinoamericana y Especialización en Filosofía Política Contemporánea y Especialización en Educación en Filosofía Colombiana. Ha publicado: Arte erótica, 1988. Los girasoles de Van Gogh. Antología poética (1980- 1999) 1.999, Vol 1. CD, Poesía de viva voz, 2004. Atlántica, Antología poética (1980-2004), 2004, Vol 2 y seis Plegables de poesía. Sus textos figuran en selección de poetas a nivel nacional como regional, y paralelo a su actividad literaria ha publicado ponencias, artículos y ensayos sobre temas filosóficos, literarios e históricos en periódicos y revistas nacionales como de la ciudad de Bucaramanga en donde vive y escribe. Actualmente se desempeña como catedrático investigador en el Departamento Humanidades y Educación de la Universidad de Santander, UDES.